jueves, 31 de enero de 2008

Estoicismo imperial

La escuela helenística más importante del Imperio Romano fue el estoicismo. Escuela filosófica fundada por Zenón de Citio, que toma su nombre del lugar donde se reunian: un pórtico bellamente pintado (stoa poikile) en el ágora de Atenas. Los pensadores más representativos del estoicismo nuevo o imperial son Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.

Séneca (4-65 d.C.) nació en Cordoba, aunque vivió en Roma, fue preceptor de Nerón quien le ordeno quitarse la vida, y lo hizo al más puro estilo estoico. Aseguraba que sólo el sabio puede ser verdaderamente feliz, que la riqueza debe ser usas para hacer el bien. Aunque no faltó quien le acusara por predicar la moderación mientras se enriquecía, Séneca se defendió argumentando que un filósofo podía enriquecerse siempre que lo hiciera legalmente, sin robar ni matar. Aquí os propongo un fragmento de una de sus obras De la providencia:
El destino nos conduce y desde el nacimiento ya está dispuesto lo que ha de durar nuestra vida. Una causa depende de otra causa, y el orden eterno de las cosas determina el curso de los asuntos privados y públicos. Por eso es necesario soportarlo todo con coraje, ya que no es por azar, como creemos, sino por necesidad por lo que acontecen las cosas.

Otro pensador estoico del siglo II, fue Marco Aurelio, el emperador filósofo. Su obra más reconocida es las Meditaciones. Aquí le vemos en una recreación de la película Gladiator.



I-span-ya


A la palabra latina, Hispania, no se le ha encontrado relación con ninguna raíz latina antigua ni indoeuropea. La teoría más reciente proviene de Jesús Luis Cunchillos y José Ángel Zamora, expertos en filología semita del CSIC, quienes tras analizar todas las hipótesis y realizar un estudio filológico comparativo entre varias lenguas semitas, han llegado a la conclusión de que la hipótesis más probable sería I-span-ya, "isla/costa de los forjadores o forjas (de metales)", o sea, "isla/costa donde se baten o forjan metales", hecho que además estaría soportado por la intensa actividad minera y metalúrgica que existía en las costas de Andalucía, o reino de Tartessos, en los tiempos de la llegada de los fenicios, quienes entre otras razones establecieron sus colonias en estas tierras precisamente atraídos por su gran riqueza minera, célebre en toda la antigüedad.