lunes, 11 de febrero de 2008

El gran guijarro

Entonces añadió el profesor: "Háganse cada día la pregunta: ¿cuáles son los guijarros grandes de mi vida? Y colóquenlos prioritariamente en su bote."

Me agradaría traer aquí a alguien de la multitud de ancianos para decirles: “Vemos que has llegado a la última etapa de la edad de la vida humana: llevas sobre ti cien o más años. Entonces, recuerda y pide cuentas a tu edad de cómo has empleado el tiempo. Háblanos y di cuánto tiempo perdiste con el acreedor, cuánto con tu amiga, cuánto en los tribunales, cuánto con tus clientes. Explícanos cuánto tiempo has perdido en disputas con tu mujer, cuánto en castigos infligidos a tus esclavos, y cuánto en las calles de la ciudad en cumplimiento de tus obligaciones sociales. Añade a esto las enfermedades que tu mismo provocaste; añade también el tiempo pasado tumbado sin hacer nada y hallarás que tienes muchos menos años de los que cuentas. Haz memoria de si algún día tomaste una firme resolución y, si duró todo aquel día, según lo habías decidido, y qué uso hiciste de ti mismo. Recuerda cuándo estuvo tu rostro en su estado habitual y cuándo el temor dejó libre tu espíritu. Qué fruto obtuviste para ti mismo de lo que hiciste en tan largo tiempo. Recuerda también como muchos te estaban robando la vida, sin darte cuenta de lo que perdías. Y, finalmente, cuánto tiempo te han quitado un dolor inútil, una loca alegría, la ambición desmedida y el placer de una conversación. Y al ver ahora lo poco que te ha quedado de ti mismo, comprenderás que tu muerte es prematura".
¿Cuál es, pues, la causa de esto? El vivir como si siempre hubieras de vivir: nunca pensáis en vuestra propia fragilidad. No os detenéis a observar el tiempo que se os ha ido: lo gastáis como si tuvierais un caudal pleno y abundante, pero sucede que ese mismo día que tenéis destinado a un amigo, a un negocio, pudiera ser el último para vosotros. Como mortales que sois tenéis miedo de todas las cosas y las ambicionais todas como si fuerais inmortales. Oirás decir a muchos: “Cuando llegue a los cincuenta me retiraré a descansar, a los sesenta dejaré las ocupaciones”. ¿Y a quien tomas de garante de una vida más larga? ¿Quién te asegurará que todo ha de ocurrir según tú lo dispones? ¿No te avergüenzas de reservar para ti los restos de tu vida, destinando a la virtud solo aquel tiempo que no puede ser destinado para otra cosa? ¿No es acaso tarde comenzar a vivir a una edad a la que llegan tan pocos? ¡Qué necio olvido de la mente diferir los sanos consejos hasta los cincuenta o sesenta años, y después comenzando a vivir en una edad a la que llegan tan pocos!
SÉNECA, De la brevedad de la vida, III y IV

El próximo día haremos un comentario de este texto. No obstante, me ha recordado un bonito cuento: El gran Guijarro que leí en un librito titulado “Pequeña filosofía matinal” 365 pensamientos positivos para ser feliz todos los días (Catherine Rambert). Una versión del mismo está recogida en el enlace que os señalo.

No hay comentarios: